Lauro Ayestarán
En su corta e intensísima vida (1913-1966), Lauro Ayestarán realizó aportes fundamentales para el autoconocimiento de los uruguayos.
Lo hizo principalmente desde el punto de vista de los hechos musicales, pero trabajó también en otras áreas de lo cultural, tendiendo puentes entre unas y otras. Y lo hizo con una perspectiva latinoamericana, que permitiera comprender lo particular uruguayo -en sus similitudes y en su diversidad- en el contexto continental.
Su trabajo específico en lo musical abarcó tanto la música culta -en su proceso de desarrollo histórico, desde la colonia hasta lo contemporáneo- como la música popular del país mestizo -en sus especies vigentes, y especialmente en las folclorizadas-, e incursionó con gran rigor, asimismo, en el estudio de las culturas extraeuropeas que convergían en el mestizaje -la indígena y la negra-africana-.
He ahí por qué el salvataje de su archivo adquiría una importancia tan especial.
A más de cuatro décadas de su muerte, una parte medular del archivo de Lauro Ayestarán, custodiado durante esas tres décadas por sus herederos, llegó finalmente a su destino: una institución estatal que asegurara su resguardo y su buen uso por parte de los estudiosos de la cultura uruguaya.
En vida, Ayestarán, a la par que armaba su notable biblioteca y su valiosísimo archivo personal, había asegurado la existencia de materiales surgidos de su labor de recopilador e investigador en organismos diversos: el desaparecido Instituto de Estudios Superiores, el Sodre, el entonces Instituto de Musicología de la Universidad de la República, la Sección de Musicología del Museo Histórico Nacional.
A su tempranísima muerte, en 1966, el enorme archivo acumulado en su hogar quedó en manos de sus deudos, salvo las colecciones -mayormente de grabaciones y de partituras- que había organizado para dichos organismos públicos.
Como el Estado uruguayo no tenía previstas instancias de conservación, la mayor parte de esos materiales se fue diezmando con el paso de los años.
Algunos años después, una parte de su biblioteca pasó al Museo Histórico Nacional, adquirida por el Estado, que se desinteresó una y otra vez por el resto del acervo.
En 1992, otra parte de éste, una valiosísima colección de partituras (que reunía las músicas impresas en el Uruguay a través de los años, más manuscritos de compositores diversos, incluyendo una de las contadas copias manuscritas del Himno Nacional), fue a dar a los Estados Unidos, a la Biblioteca del Congreso de Washington, que la inventarió y catalogó entre 1996 y 2003 y la considera hoy una de sus colecciones especiales.